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martes, marzo 30, 2004

[Cruzar. Precipitadamente y sin remedio]

Salgo a la noche detrás del triunfo efímero,
dentro de todas las cosas que dejé de decirte,
tumbadas sobre camas en las que no volveré a dormir,
olvidadas precipitadamente y sin remedio.

Sonrío al dinero que no llevo y que no me hace falta,
a las mentiras hundidas en el barrizal,
escondidas en digestiones de avioncitos de papel,
tragados precipitadamente y sin remedio.

Cruzo por delante del talento y del éxito,
que vive engañoso en aceras sin árboles,
despojadas de ilusión de más primaveras,
huídas precipitadamente y sin remedio.

Llego donde da igual tener los ojos abiertos,
conduciendo ebrio por el bulevar,
no me paro en los escaparates de otras,
esquivas precipitadamente y sin remedio.

Derramo la noche sobre tu cuerpo,
y me la bebo en pequeños sorbos,
ahora que por fín, he llegado hasta tí,
me entrego, precipitadamente y sin remedio.

miércoles, marzo 17, 2004

[Amapolas de dependecia. Perspectivas de libertad desde la prisión]

Amapolas infantiles de acertijos y adivinanzas,
con descaro se presentaron,
iluminando la naturaleza,
con su intenso color sangre.

Ojos abiertos de sueños;
con formidables enemigos.

Amapolas adolescentes de canciones y cuentos,
aparecen en noches estrelladas,
viajes con guías de yedra,
y punzantes espinas de deseo.

Cruzar el río sin puentes;
emborracharme por primera vez de tí.

Amapolas maduras de fábulas y juegos,
andanzas por los caminos,
fondas enredadas salpicadas de lluvia,
comprar, y que no devuelvan el dinero.

Fastos dramáticos de una guerra;
sin limites en todos los campos.

Amapolas con capullos secos de opio,
todas las drogas que no dejamos,
espejos de colores,
en sueños de neón.

Acuarelas con las raíces del conflicto;
descoloridas y olvidadas.

martes, marzo 09, 2004

[Mente, conciencia y la maldita memoria]

Aislados de ruidos exteriores empezamos a experimentar, ¡el medio es la expresión!,
con aliento incansable, no será fácil mantenerse en el estímulo que deseamos observar,
tinieblas que son producto de nuestra propia oscuridad, se mantendrá latente,
la realidad subjetiva influyendo personalidad, incertidumbre, deseo; todo mezclado.

Plantear que nuestra mente es responsable, y todo cuanto existe lo creamos,
para qué entender mejor el funcionamiento, para qué desvelar interrogantes, o encender velas,
ir más allá y llegar a materializar el fin de los otros días,
si la realidad se opuso a nuestra clamorosa irracionalidad; o poner nombres.

Quedan pendientes muchos lugares de nuestras geografías por visitar, imaginación,
indeseables palideceres que sobrevendrán en éxito para reponernos,
ceremonias de luz y conmovernos, entre sabánas, y premiarnos,
de contenidos de creatividad, en continentes no imaginarios, conscientes.

Inevitable vivir la meditación de la memoria esquiva de arquetipos, impertinencias y mentiras,
e introducir en la cama sensaciones enfrentadas de hipótesis de liberación prohibitiva,
electrizante responsabilidad artística, enfrentando ciertas situaciones,
estrechas entre la peligrosidad de evidencia de estatuas, iguales todas, propaganda de felicidades caducadas.

Reparar daños o curar heridas, tener razón en gestos imparciales, ebrios de descompensación,
en traumas de sensaciones anímicas y efectos de heridas, no en símbolos sino en ideas,
sueños enterrados de lucha interna, de lucha global,
que ponen de manifiesto la conciencia de no saber si querer, ¡contradicciones! ¡Querer!

Intenciones declaradas en evidencias de vitalidad cinematográfica,
ideas enfrentadas y obstaculizadas, sólo unos minutos más esperan,
para deconfiar de los poderosos placeres que utilizaremos,
un mismo sentimiento utilizado para expresar diferentes palabras.

[Mente y evidencias de mentiras de uno mismo]

¿Y haberme enterado antes?, salto mortal en el sentido contrario a las agujas del reloj,
noches de fuego en estrellas fugaces lejanas que no dan calor,
como los brazos del recuerdo en cuerpos que no eran el tuyo,
ir tras tus pasos en la arena sin autorización en vapores densos de delirios y delitos de espejismo.

¿Y cuándo se cortará el sonido de los sueños en la palabra de los cuerpos?,
Cuando la jauría de los fragmentos se cuelen por los ojos,
cuando nos quedemos helados sin saber cómo echar el cerrojo a las miradas que ya no nos dirigiremos,
enemigas múltiples de las horas del reposo de las conversaciones en tardes anaranjadas que no llegarán.

Vivimos nuestro tiempo mientras somos presas de nosotros mismos,
atrapados a veces en sospechas de otros,
en interrogaciones de muertes serenas y espejos rotos,
lamiendo alientos en heridas de fieras encerradas.

Envuelto en el penoso declive de la montaña rota de miedo e incertidumbre,
¿fracaso acechante? sin apelación en aquel pozo de la búsqueda inútil,
en todos los despertares sale un Sol ebrio con levantar perezoso y de resaca,
testamento de una noche sin hallar nada parecido a tí.

[ Mente y ventanas abiertas a tí]

Ventanas inmensas de luz, abiertas de par en par, ¡ahora sí!,
y atraversarlas con la pedrada de la noche rota, donde todo da por fin igual,
con el perseguir de los sueños con consecuencias, los verdaderos,
combustible de disparates de vida inquieta que imagina distracciones.

Avidez de besos,
¿cuál es la droga que me das? te extraño y no duermo.

Crujen las amarras, suena el rumor en el aire, mientras meto mis ojos en los tuyos,
cascabeles que espolean tus manos de uvas, fresas y chocolate,
cuerpos bañados en champán, construyen mi deseo ante tí,
y hacen escombros las lejanas palabras que las olas se llevaron.

Impaciencia matinal de amaneceres de primavera para convertir una promesa en un cometa,
senderos de jardín, nieblas, me arrodillo para compartir la flor del silencio roto,
del quejido de un trago de gloria y mancharme las manos,
con los susurros de noche con los que acaricias mi corazón.

Avidez de caricias,
¿cuál es la droga que me das? te quiero y no duermo.

Eres un mar; aprenderé a nadar con certezas, metáforas, risas y cabriolas,
ímpetus vitales en lágrimas que no se lloran,
en besos que si me das,
bajo el mar, como tu escribiste.

Merodeando los tormentosos aguaceros y pensar solo en envolverte,
permaneciendo arrebujado en el calor de las mantas,
aprovechándome del fuego de tus palabras y la sabiduría eterna de tus manos,
descansaré en tu pecho de todo lo que quiero escribirte y no sé.

Avidez de tí,
¿cuál es la droga que me das? te amo y duermo contigo Paula, hoy, en sueños.

miércoles, marzo 03, 2004

[Ladridos de tu ausencia. Ladridos lejanos]

Fulgurantes amaneceres de zapatos nuevos de niño,
con ladridos lejanos de monstruos que acechan,
la incertidumbre del desenlace en el tumulto de dos,
desembocadura de fuegos en cuerpos que quedarán exangües.

Resistencia a incisiones ardientes en la piel húmeda,
de actos realizados, ¿y concluídos?,
¡tus manos! sobrecojen el corazón desbocado,
mientras tu cobijo de luchadora da cabida a los desplazados.

La llanura que dejas al descubierto henchída de frescuras anheladas,
que ahora tornan el rojo de los ideales por la felicidad de lo actual,
sobrevuela y se muestra ante mí desde la salud de la obscenidad,
del desnudo armonioso iluminado de ojos de emoción y cansancio.

Perfección de arcos tensos que condujeron al tiempo sin relojes,
a los encantos llenos de argumentos que se probaban por sí solos,
orgullosos de fecundidad en puertas a mundos vitales, ¡vida!,
que tu manejas con instrumentos de hondos significados y armonías.

Jamás serán abatidos los intereses, el aislamiento, la confusión,
pero serán transportados al callejón de las billeteras vacías,
desde donde surgirán las palabras que buscan tus ojos de mil colores,
únicos animados que hacen hermoso el devenir en su suave cautiverio.

Cinturones de conchas que habitan el suelo de los pies de las camas,
cálidos embajadores de emanaciones de cáscaras de naranjas,
sobre las que evadirse en espirales ahuyentadoras de espinas,
en el excitante tobogán de las texturas de nuestras naturalezas.

Joyas florales, aromáticos paseos turísticos, estufas nocturnas,
en deliciosas luchas de fin de artificiosas ambivalencias, ¡fin de soledad!,
formando un conjuto total escondido detrás de nuestros dulces almibarados,
de palabras que detripan los adornos y solo saben gritar necesidad de ti.

Medidas de imposibles que vuelves realistas en lamentos de futuros complejos,
-va a ser más difícil de lo que pensamos- dijiste,
generando vivencias intensas y ardientes que levantan autoprotecciones,
en vuelos de pájaros que llevan escrito la palabras implícitas de nuestro amor.

Manjares de sueños en los que sentarnos en mesas para dos,
sabores de escenarios y fiestas sentimentales de la propia existencia compartida,
sin renuncias al respeto de nosotros mismos, ¡inevitable!,
permitir pasar por alto las semi verdades que nos mentíamos antes de conocernos.

Construir caminos con los clichés rotos que no eran nuestros,
poner música a la simplicidad llena de bordes complejos que somos,
mezclando poesía y conciencia en esta aceptación sin juicios,
sin nombres que no nos ponemos, ¡solos tú y yo!

Suena la trompeta de Davis en todos los sofás blancos donde nos acostamos,
envolviendo nuestros cuerpos en la armonía de las notas,
a las que ponemos el arcoiris de cuerpos que saben a lluvia,
porque mirarte a los ojos es ver el cielo y perderme en tu infinidad.

Filtrar el azul de tus suspiros con el rojo de tus besos, ¡manos!,
en el instante eterno de adueñarnos de fuego que no se quiere apagar,
mezclando el calor de tu cuerpo con las curvas que no se sujetan,
en desesperados intentos de perspectivas inacabadas, ¡hoy!

Exploraciones con destino las intrínsecas esencias del deleite,
te muestras diferente en cada sendero, en cada vuelta del camino,
vivimos de la mano y nos apretamos desde hace un tiempo,
incuantificable, de colores que hacen cobrar vida a la pluma y al alma.

Vegetaciones exhuberantes de realidad secuestrada de imaginación,
desde la cárcel de tus ojos de la que no quiero evadirme,
recreo, meta y sueño de caminos difíciles de recorrer,
en interiores llenos de personalidad y de ti.

Paisajes naturales abrigo de mi mente viajera,
que tu ofreces secretamente a mis sensibles sentidos,
vuelves voluptuoso el pensamiento reflejando tu cuerpo en él,
haces deseables los ricos palacios de sueños; en los que vivir contigo.

Estrechándonos el uno en el otro pierdo mis defensas, las niego ante tí,
desnudo me presento para recorrer el placentero camino de la pérdida de orientación,
sujeto fuerte a tu pecho y enamorado de las bóvedas que guardan,
el inexorable oficio de amarte y ascender juntos las cimas de las montañas de la felicidad.

Inequívoca e indeteniblemente escalo los peldaños de la escalera,
de historias que no son para contar, que otros no percataron,
que tú y yo extendemos en metamorfosis complacidas de compañía,
de rechazos de absoluciones y de confirmación de tiempo creativo y paradigmas ciegos.

Campañas de felicidad que hablan por tu boca,
en progresiones sin falsos miramientos y cursos de agua,
desde donde contar los días en el reloj de arena que rompimos,
y construir de ese barro la libertad de las miradas y de nuestros cuerpos unidos.

Hilos del destino con los que no hacemos nudos sino lazos,
fusión de estilos no sancionables salvo por equivocación,
tu mereces la pena, y la extraña enfermedad de nuestro amor,
aparece y se ilumina en la verdad de los besos bajo el mar.

martes, marzo 02, 2004

[Espera y deseo. Ella dijo -espérame-]

Aunar espera y deseo en los rostros vencidos de la sala,
que recomendaban con entusiasmo una crítica de memoria,
esperar y conocerla, iluminar los criterios,
tramas futuras de exhibicionismos de deseo.

Y llevarles a través de algunas velas, luces que se apagan,
siempre con una esencia que se evapora,
dolido por no poder hablarte otras cosas, más dulces, no hay que imaginarlo,
sino verlo; lo más puro, tú, devoción y a la vez la condición.

Sacar los animales, productos naturales,
que galopan en fronteras de dignidad,
infranqueables, absolutas, brechas insalvables, profundidades abisales
y sombras silenciosas que lo miraban y nos miran.

Rodeados de imágenes y recuerdos entristecidos,
vuelves a nacer mi sed mientras vestimos los anhelos de teatro,
cruzarse y emanar de improviso para evitar lágrimas,
que traen alivio al cuerpo que sueña con tu mirada abierta.

El reflejo del mar presa de intrigas y emboscadas,
catástrofes dormidas en nuestros corazones,
mirarnos abrazados en un espejo y hallarnos sin debacles,
alejando angustias e instalando puestos al Sol.

Abogada de mis experiencias,
surcar el cielo, planear las aguas,
amo a tu tierra y a tu mar, playas y bosques,
y solo sueño con dónde despertar a tu lado.

Volver al vientre de la madre desde amaneceres doloridos y perezosos
que asoman sus ojos cansados a una mañana de labios resecos de sed,
de apariciones de nacimientos, de fuentes,
y sin despertar, volver a nacer.

Cuanta más sed, menos hambre,
resolver la memoria y olvidar las mentiras representadas,
penumbras, estrellas, en viajes interplanetarios; y polvo cósmico,
mientras faltan brazos para coger agua, poéta, escritor, músico.

Falta la respiración para el verso, la palabra, el cante,
nanas de manantiales en reflejos de flores, torturadas de murmullos de agua,
volver las entrañas del revés y ponerlas a secar,
en destrucción del exceso, de la inmadurez.

Amores voraces, ríos de corrientes frescas, obsesiones, verdades,
sed de locuras en ídolos caídos, que nunca estuvieron en pié,
despegan cambios internos en naturalezas propias, emblemas de soledad,
caídas en campos de batalla perdidas, y tu, significar el único sueño.

Enrojecer a la vorágine de tus labios,
estamos vivos, estamos volando,
retenida en mi cuerpo,
te has convertido en parte de mi ser.

Palabras encadenadas me guían por tu cuerpo,
de donde no tener que regresar,
romper muros de incertidumbres solitarias, que tus miradas desaparecen,
fuego en nuestros cuerpos, y no hay más; que es todo.

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