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martes, mayo 04, 2004

[Eclipse de sombra]

Mis músculos se adentran en los cambios
a las nuevas disposiciones de la extraordinaria
telaraña de melancolía que se arma
frente al viento sin sabores de vida que soplas.

Irrumpes sin permiso las áreas vecinas
sin importante la quimera del Sol,
te ocultas en la noche y en el agua deslizante
del silencio de la plenitud de mi existencia vulgar.

Habitas el musgo, y la piedra vieja,
disminuyes el brillo de las mentiras
hasta escupírmelas rabiosamente a la cara;
esquirlas clavadas en mi conciencia.

Eclipse atípico al verme envuelto en tí
consumamos el abrazo desesperado
cuando te asomas a los cráteres visibles de mi memoria,
recorro el camino desde la luz y me adentro en tus sombras.

Desconozco el significado de los iconos
con que dominas la nocturnidad,
la extraña mutación alrededor del punto antisolar
sobre la que saltas para envolverme.

Ocultas las medidas de simulacro de sugestión
extendiéndote más allá de tus límites,
alteras los tamaños de monstruos perseguidores
de mis seudónimos a través de los espejos.

No imploro a las imágenes de mis intentos fallidos
que traes acercándo mis labios a tu vaso,
hasta hacer mis ojos ajenos a una realidad
ahora tan vaga como difusa.

Imágenes del catálogo de los gatos negros
que estructuran los pensamientos en la busca
del cobijo de las ceremonias rituales
encarceladas en el destino de aceptación de apuestas.

Confusión quizás de mitos y tradiciones,
engulles los tesoros y me haces frágil al nadar sin hacer pié
alejando las rocas moribundas me acercas a los confines
de mis penas supervivientes que habitan palabras de libros olvidados.

Vano tomar otros nombres si transportas a paises desconocidos
para emplearme en actividades funambulistas,
con billetes nominales impunes para soñar el miedo
de los sentimientos cambiados de sitio y me derrotas.

Suena en mis venas el eco de un latido,
lava del volcán ilusorio que hace oídos sordos
a la extinta melodía a la que antes me enfretaba
a pecho descubierto y sin fuego de cobertura.

Te conviertes en la diana de los espacios enumerados sin cabida
bajo un techo que no existe; de estrellas,
y si levanto la mano, no está fuera de mí, sino en mí
proyectada hacia el espacio, encuentro del ocaso y de las risas.

Falta la música y el héroe de fantasía
para ver por fín iluminada por el resplandor de revelación
mis regiones ocultas que tanto deseas
y que hoy, tarde ya, no evitas dejar en penumbra.

Salgo de mis trincheras descubriendo
nuevos secretos de esas manchas solares,
sugerente sustituyes la fuga de criminales
por la intervención poética contra marea.

Ventanas abiertas y recobrar la noche que se desvanece
viendo el amanecer desde el cuerpo que duerme a mi lado,
amor ahuyentador de miedos y la abrazo,
¡se extingue el eclipse de mi sombra!

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