sábado, mayo 01, 2004
[Desilusión]
Vacías sueños de todos tus relojes
con manos arrepentidas que huyen
de tintineos sordos de monedas
que no tienen prisa por caer,
acabas relajándote hacia el lado marginal
de escritos e imágenes que no son tuyos
traicionando beneficios y coartadas
del desconsuelo de tu desaparición.
Todos pierden cuando todos juegan
a olvidar los espacios pequeños
cuando solo hay prisas por alcanzar
las palabras con recompensa,
de la deconstrucción de fortalezas
no hay justificación ni tampoco remedio
ni derrota cada atardecer
en el sorteo de tus promesas incumplidas.
Hacer balance para qué
si entró el viento a su placer
y dejó todas las puertas cerradas
a los besos inolvidables que esta noche
se pudren en tí desde la gestación misma
de ese sabor sucio y oprimido
que habita las conciencias transgredidas.
Hechos contemporáneos que marchitan
todas las flores revolucionarias
de tu corazón helado al desgaste
gradual de todos sus apoyos,
acabas por poner énfasis
en todas las cuestiones innecesarias
cuando ves cómo se derrumban
las evaluaciones de tu situación.
No haces nada más y sucumbes a la tormenta
de las últimas satisfacciones
que nacen en esa maldita oscuridad,
intento de reflejar tus sueños
en filos de navajas oxidadas
con los que solo dañas tus ojos vivaces,
hoy intranquilos ante el cansancio
del fracaso irrevocable y previsible.
Se descuelgan tus sentimientos
por las negras rejas del balcón,
ruinas y no tener nada,
recibirás el certero golpe,
sintiendo la extinción
de tus sombríos decorados
por tu propia desilusión
ante la declaración total de miedo.
No te escondes de lo que hiciste,
inventar nada, mentir nada,
el final se paga con el dolor
de imaginarte llorar tu engaño,
la nieve de los gusanos
que cambian los carteles de dirección
mientras ves como siguen cayendo
ya desde tu mano, uno, dos, tres...
Abres los ojos
no ves nada
Desilusión
al conocer la verdad
¿quién mató tu amanecer?
Vacías sueños de todos tus relojes
con manos arrepentidas que huyen
de tintineos sordos de monedas
que no tienen prisa por caer,
acabas relajándote hacia el lado marginal
de escritos e imágenes que no son tuyos
traicionando beneficios y coartadas
del desconsuelo de tu desaparición.
Todos pierden cuando todos juegan
a olvidar los espacios pequeños
cuando solo hay prisas por alcanzar
las palabras con recompensa,
de la deconstrucción de fortalezas
no hay justificación ni tampoco remedio
ni derrota cada atardecer
en el sorteo de tus promesas incumplidas.
Hacer balance para qué
si entró el viento a su placer
y dejó todas las puertas cerradas
a los besos inolvidables que esta noche
se pudren en tí desde la gestación misma
de ese sabor sucio y oprimido
que habita las conciencias transgredidas.
Hechos contemporáneos que marchitan
todas las flores revolucionarias
de tu corazón helado al desgaste
gradual de todos sus apoyos,
acabas por poner énfasis
en todas las cuestiones innecesarias
cuando ves cómo se derrumban
las evaluaciones de tu situación.
No haces nada más y sucumbes a la tormenta
de las últimas satisfacciones
que nacen en esa maldita oscuridad,
intento de reflejar tus sueños
en filos de navajas oxidadas
con los que solo dañas tus ojos vivaces,
hoy intranquilos ante el cansancio
del fracaso irrevocable y previsible.
Se descuelgan tus sentimientos
por las negras rejas del balcón,
ruinas y no tener nada,
recibirás el certero golpe,
sintiendo la extinción
de tus sombríos decorados
por tu propia desilusión
ante la declaración total de miedo.
No te escondes de lo que hiciste,
inventar nada, mentir nada,
el final se paga con el dolor
de imaginarte llorar tu engaño,
la nieve de los gusanos
que cambian los carteles de dirección
mientras ves como siguen cayendo
ya desde tu mano, uno, dos, tres...
Abres los ojos
no ves nada
Desilusión
al conocer la verdad
¿quién mató tu amanecer?
