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sábado, abril 03, 2004

[¿Qué hiciste con mis sueños?]

La alegría naranja se extraña desde las almenas del castillo,
cuando sale el Sol de la nostalgia como cada mañana tras la bahía,
y si suena a tiempo tu voz y lo evita, se van mis manos tras de tí,
ayudadas por patrones sujetos sin permiso y volver al comienzo.

Reanudar imposible, no hay alternativas a los medios prácticos,
mientras encuentro un sitio donde escribir mi nombre, ¿para borrarlo?,
dónde dejar el esqueleto que me da forma, tu ausencia forzada,
cada día es otra vez es el mismo, movimientos que no son momentos.

No hay acuerdo en el jardín donde volver a campar a nuestras anchas,
en los romanticismos en decadencia floridos de poesías que no sirven de nada,
en los desperdicios de ayer que nos asaltan hoy por no haberlos vomitado a tiempo,
todos reflejan el tiempo no aprovechado, como la sonrisa de su foto.

El origen del problema, contener temporalmente la respiración,
por quererte tanto, por no haber apagado la luz cuando estuvimos a tiempo,
y ver mi cara en el óleo, junto a la tuya cada día por la mañana,
hoy guardan el fondo del armario, cuando antes todo hubiera sido mejor.

Faltó la motivación suficiente para seguir, para hundir los pies en la arena,
y dejar mi dirección para conocer lo efímero y las olas que todo lo olvidan,
pareció una eternidad e incluso puede que lo fuera,
nos iniciamos en la distancia sin sombras, hoy susurros abandonados en el mar.

La brisa no te trae, no la clasifico, ni a ti tampoco, ni al Sol que nos quemó,
luciendo en pianos de cola, cuyas cuerdas conseguimos desafinar por no usar,
encontrarnos a los que más quieren ayudar y saber menos de los que más hablan,
no quiero tu absolución porque no te reconozco, porque me eres extaña y no existen alternativas.

Propiedades intelectuales violadas, ¿qué hiciste con mis sueños?

Esconderme de las angustias que se acrecientan con la luz del mediodía,
trincheras refugio y no querer salir, mentales, todas; noche y día,
y escasez de lágrimas en los trabajos forzados, condenas de ideas que subyacen,
la idea dentro de la voz, la palabra rodeando al grito.

Cerrar la puerta al viento de la tarde que trae las canciones,
con luces persistentes reflejadas en vidrieras de penalidad,
pensamientos por sorpresa y sin vacuna, oscuridad clarividente,
me acechas y bajo unos brazos que no se levantarán para abrazarte.

No tener que hacerlo, hay mil tareas, los vacios no se rellenan en relaciones coherentes,
coherencia: ahógate, renuncia. Lo primero lo último,
todo empieza a no servir para nada, motivos de salud,
especies en extinción, hay poco de todo o casi nada.

Es la hora de dormir, de los cuentos que no cuentas, para qué prolongarlo,
así es precisamente, presunción de defunción, celebración de obituarios,
lejos de nosotros mismos en habitaciones vacías de hoteles vacíos,
después de días vacios llenos de horas vacías.

Formularios de tensión bajo las sábanas, sin permiso alejas el veneno analgésico,
el olvido es lo único que me queda en noches como ésta,
noches de sed, con la única respuesta de los alacranes solitarios,
mientras lucho otra vez la apertura del proceso inaccesible.

Poesías que ya no te leo, mientras busco mi nuevo sitio, ¿lo hay?,
se nos llevan las enfermedades sin darnos cuenta y desaparecer,
desordenados en retiradas de antiguos que se creyeron héroes ganadores,
atravesado por el filo herrumbroso de todo lo que siento y no pongo nombre.

Construir tras el derrumbe de los decorados, ¿qué hago con mis sueños?

Y mañana otra vez,
¡brilla despiadado Sol!, ¡brilla!,
no me esperes en los mensajes claros,
detrás de las protecciones de mentira,
ven a buscarme, desnudo te espero.

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