miércoles, abril 21, 2004
[Exceso]
Intentos obscenos de corrección
de las desarmónicas incoherencias,
producen irremediablemente
la deconstrucción de las preguntas
que nuestra historia deja sin respuesta
ante la escasez del calor
que oculta una realidad siempre esquiva
al debate; mente versus corazón.
Incautos nos atrevemos a hacer de investigadores
del comportamiento ajeno
construyendo nuestro déficit de sueños
en fatigas sedientas de ilusión de culpa,
infracciones a todos los factores de riesgo
rechazando tan estúpidamente nuestra convicciones,
soltando las riendas del destino
para dejarnos llevar por la equivocación.
Nos sorprenden a veces en el engaño,
oscuro e inmisericorde
con el que corrompemos nuestro alrededor,
alteramos todos los sabores
en la búsqueda inútil,
externa, cuando la verdad está dentro,
cada vez más y sin remedio
vacío y autonegación.
Fingir nuestro propio secuestro
para llamar nuestra atención,
fenómeno que oculta el elevado número
de anhelos muertos,
posible causa o salvación
del accidente al que nos enfrentamos;
exceso de sinceridad,
¿quién prefiere la mentira?
Moderar el consumo, un paso
dicen las lecciones de psicología,
promesa hoy, para incumplirla mañana,
viene la primera lección,
no dejarse engañar
por el falso escaparate
de los vendedores ambulantes
que ofrecen las amapolas negras de felicidad.
El alto precio que pagamos
al involucrar las válvulas de escape
que contaminan todos los planes
de un futuro que despreciamos
buscando el salvamento
en los saldos de almacén,
las liquidaciones,
y finalmente en los descuentos.
Condenados por abusar
nos atrae el juego de la desilusión,
entorpeciendo nuestros pensamientos
mostrándose todo en forma desproporcionada,
¿no será tarde para darnos cuenta
de que estamos equivocados
al ver en nosotros
el ocaso de la libertad individual?
Acaba el camino siempre
en un error en el cálculo
sin posible información adicional,
cerraremos los ojos ante el exceso de iluminación
que ofrecen estos reflejos de espejos
de colores en sueños de neón;
exceso de sinceridad,
¿quién prefiere la mentira?
Intentos obscenos de corrección
de las desarmónicas incoherencias,
producen irremediablemente
la deconstrucción de las preguntas
que nuestra historia deja sin respuesta
ante la escasez del calor
que oculta una realidad siempre esquiva
al debate; mente versus corazón.
Incautos nos atrevemos a hacer de investigadores
del comportamiento ajeno
construyendo nuestro déficit de sueños
en fatigas sedientas de ilusión de culpa,
infracciones a todos los factores de riesgo
rechazando tan estúpidamente nuestra convicciones,
soltando las riendas del destino
para dejarnos llevar por la equivocación.
Nos sorprenden a veces en el engaño,
oscuro e inmisericorde
con el que corrompemos nuestro alrededor,
alteramos todos los sabores
en la búsqueda inútil,
externa, cuando la verdad está dentro,
cada vez más y sin remedio
vacío y autonegación.
Fingir nuestro propio secuestro
para llamar nuestra atención,
fenómeno que oculta el elevado número
de anhelos muertos,
posible causa o salvación
del accidente al que nos enfrentamos;
exceso de sinceridad,
¿quién prefiere la mentira?
Moderar el consumo, un paso
dicen las lecciones de psicología,
promesa hoy, para incumplirla mañana,
viene la primera lección,
no dejarse engañar
por el falso escaparate
de los vendedores ambulantes
que ofrecen las amapolas negras de felicidad.
El alto precio que pagamos
al involucrar las válvulas de escape
que contaminan todos los planes
de un futuro que despreciamos
buscando el salvamento
en los saldos de almacén,
las liquidaciones,
y finalmente en los descuentos.
Condenados por abusar
nos atrae el juego de la desilusión,
entorpeciendo nuestros pensamientos
mostrándose todo en forma desproporcionada,
¿no será tarde para darnos cuenta
de que estamos equivocados
al ver en nosotros
el ocaso de la libertad individual?
Acaba el camino siempre
en un error en el cálculo
sin posible información adicional,
cerraremos los ojos ante el exceso de iluminación
que ofrecen estos reflejos de espejos
de colores en sueños de neón;
exceso de sinceridad,
¿quién prefiere la mentira?
