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miércoles, enero 14, 2004

[Llovía mientras contemplaba las olas]

El cielo gris, el mar gris,
la boca seca y la cabeza sucia.
Quería estar sólo,
hacía cuatro meses que no veía el mar.

Llovía y sentado,
luchaba por transgredir el último umbral,
por tragarse todo el mar,
por tragarse toda la arena.

Por meterse en las olas y no salir,
empezar a nadar y no mirar atrás.
Enterrar todos los recuerdos,
reinventarse a si mismo para no ser nunca más él.

El pasado no existiría,
pero hoy era así por lo que había sido.
Sin presente, ya no importaría el pasado,
y dejar de soñar, no guardar fuerzas para volver.

Rechazó sus fantasmas,
amenazantes de recuerdos confusos y mentirosos;
ensoñaciones de lo que pudo haber sido y nunca fue.
O sí.

Le dió la espalda al mar
y se cerró a su soledad.
Un vacío tan grande que esta vez,
el mar no lo pudo llenar.

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